domingo, 9 de noviembre de 2014

El machismo en el flamenco


La figura femenina está presente en las letras del cante flamenco. La mujer como madre y como compañera son los temas centrales. Dominadas por un mundo social patriarcal.


Ese machismo larvado en la sociedad se ha acentuado aún más en el mundo del flamenco. ¿Por qué? "Porque confluyen dos sociedades muy oscuras y muy cerradas: primero el pueblo bajo andaluz de cultura muy limitada, y después la sociedad gitana, donde hay un sistema muy cerrado y cautelar en torno a la mujer, que siempre ha de ir con el marido o con el hermano, o tiene que tener el mito de la virginidad", explica.
La virginidad de la mujer está presente en letras donde se presenta a la mujer como moneda de cambio o un simple objeto. Por ejemplo:
-La mujer que rompe el plato sin ser hora de comer. Por muy bonita que sea no le sale mercader.
-Al paño fino en la tienda, una manchita le cayó, se ha vendido a bajo precio porque ha perdido su valor.
En otras ocasiones aparecen situaciones que Buendía define como "esperpénticas y esquizofrénicas" de celos exacerbados:
-La noche del aguacero dime dónde te metiste que no te mojaste el pelo.
-Zapatitos blancos, ni son tuyos ni son míos, de quién son estos zapatos.
De estas situaciones se llega al insulto y al maltrato a la mujer:
-Mala puñalá te den, que te den los sacramentos, que tú no le tienes ley ni a la camisa de tu cuerpo.
-Yo tengo a la mujer compará con el caballo, que es menester darle espuela pa quitarle los resabios.
La discriminación en las letras se da en los palos más típicos del flamenco, desde la soleá a la siguiriya, pasando por los tangos y los tientos. Una situación que, a juicio de Buendía, se nota especialmente en la comunidad gitana, principal artífice del cante flamenco andaluz. "Todo lo que sea romper con su virginidad y con sus deberes de mujer es atentar no sólo contra ella, sino que se atenta también contra el clan":
-Hijita de mala madre, liaíta en malas tripas, envuelta en malos pañales
-Que yo no te quiero a ti, ni a tu gente, ni a tu casa, ni a la luz de tu candil
Buendía sostiene que estas letras se han ido heredando entre las distintas generaciones desde el origen del flamenco hace 200 años, con el tío Luis de la Juliana. Una tradición que contrasta con la escasa evolución de los cancioneros flamencos. "Por lo general la gente tira de repertorios tradicionales por el sentido patrimonial del cante y, por desgracia, esas letras se siguen repitiendo, aunque sin tanta agresividad como antes", argumenta Buendía.
Ahora bien, el investigador aplaude que haya cantaores que, por su condición progresista, evitan este tipo de letras, como son los casos de Enrique Morente, José Menese, Carmen Linares o Estrella Morente. En todo caso, Buendía deja bien claro en su trabajo que el maltrato a la mujer en las letras del cante flamenco es una excepción y, en modo alguno, algo generalizado. "Existen millones de letras, la mayoría de cariño, de exaltación o de dulzura hacia la mujer", explica. Letras como éstas:
-Hasta el olivarito cercano yo me llevaba a mi gitana y le eché el brazo por encima como si fuera mi hermana.
-Vente conmigo y haremos una chocita en el campo y en ella nos meteremos.
En otras ocasiones, la mujer alza su voz reivindicativa:
-Si las mujeres tuvieran la libertad de los hombres saldrían a los caminos a robar los corazones.

 El maltrato a la mujer en las letras del cante flamenco.

En la actualidad las letras de amor predominan. Critican el comportamiento de los hombres y la pena de quedarse solas.





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